jueves, 25 de febrero de 2010


María de Nazaret: los protestantes tienen razón

Dr. Jorge Arturo Rodríguez Reyna




Tal vez a mis hermanos católicos les suene escandaloso esto, pero durante la lectura del presente artículo descubrirán el sentido del título.

Muchas veces he tenido la oportunidad de discutir con amigos protestantes sobre muchos temas controversiales. Cabe aclarar que son controversiales para ellos, pues para nosotros los católicos, las cosas son muy claras.Cuando digo que los protestantes tienen razón, me refiero al hecho de que ellos insisten mucho en que las cosas de la fe, tienen que necesariamente estar en la Biblia. Eso es cierto en parte, sin embargo, los católicos sabemos que también, parte de la revelación ha sido dada a través de la Tradición de la Iglesia, además de la Biblia.

No obstante, hoy quiero hacer una excepción y darles por un momento la razón a nuestros hermanos protestantes, en el tema de María de Nazaret, la madre de Jesús. Así que, utilizando su principio de que todo debe estar escrito en la Biblia, iremos analizando algunas de sus opiniones en relación a María, y algunas otras opiniones, que aunque no siendo protestantes, algunos atrevidos se animan a decir.Así que, primero haré el enunciado de las opiniones a las que me refiero antes, y luego nos remitiremos a lo que nos dice la Biblia sobre el mismo punto:
1. Nuestros amigos protestantes dicen que “María era una mujer pecadora”.
La Escritura dice por su parte: “Alégrate, llena de gracia” (Lc 1, 28). Probablemente esta cita no les resulte suficiente para nuestra afirmación de la concepción inmaculada de nuestra Madre. Les recordaremos que el término que utiliza el escritor bíblico para “llena de gracia”, es la palabra griega kejaritomene (κεχαριτωμενη), que significa: totalmente llena de la gracia, completa y absolutamente llena de gracia, desde siempre. En otras palabras, ese término, que es el que aparece en los manuscritos bíblicos originales, confirma el dogma católico de la Inmaculada Concepción de María, madre de Jesús.La palabra κεχαριτωμενη es una extensión de tres palabras: χαριτοω (charitoo), μένη (mene) y κε (ke). χαριτοω (charitoo) significa “gracia”, κε (ke) es un prefijo de χαριτοω que significa que la palabra está en tiempo perfecto. Este indica un estado presente producto de una acción completada en el pasado. μένη (mene) hace esto un participio pasivo. “Pasivo” significa que la acción es realizada en el sujeto (en nuestro caso la Virgen María) por otra persona (en nuestro caso Dios). Resumiendo, la palabra κεχαριτωμενη de María es un participio pasivo de χαριτοω (charitoo): Es Dios el autor de su estado de gracia: llenada, colmada de gracia (apologeticacatolica.org).
2. Algunos osados, se atreven a afirmar que María no vivía cerca de Dios.
Por su parte, la Biblia recoge la expresión del arcángel al dirigirse a ella: “El Señor está contigo” (Lc 1, 28)
3. Unos dicen que María era una mujer como cualquier otra.
La Escritura nos dice que Isabel, llena del Espíritu Santo, le dijo a nuestra madre: “Bendita tú entre las mujeres (Lc 1, 42)
4. Otros atrevidos creen que María de Nazaret era una mujer irreflexiva.
Dice la Palabra de Dios, refiriéndose a ella: “Guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lc 2, 19).
5. Algunos más desorientados, se atreven a dudar de la fe de María.
Mas, el evangelio les responde, cuando Isabel – llena de Espíritu Santo – le dice: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1, 45).Y para que no queden dudas, tanta era la fe de María, que luego de todo lo que el ángel le anunció ni siquiera titubeó, sino que simplemente le dijo: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).
6. No he oído algo así, pero suponiendo que algunos pudiesen creer que por ser la Madre del Señor, María era soberbia, les sería bueno revisar la Biblia.
La misma palabra de María nos habla de su humildad: “He aquí la esclava del Señor” (Lc 1, 38).7. Actualmente muchos llamados “cristianos” no toman en cuenta a María, en sus comunidades. El libro de los Hechos de los Apóstoles, sin embargo, nos ilustra el cómo la primera iglesia trataba a la Madre de Jesús: “Todos éstos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús” (Hch 1, 14).
8. A muchos amigos protestantes he oído o leído decir que ya no debemos una consideración especial a María, porque ella solamente fue madre de Jesús mientras El llevaba una vida terrena, pero que ya luego, María no sigue siendo su madre.
Lucas, en sus Hechos de los Apóstoles nos muestra que pese a que ya Jesús había resucitado y ascendido a los cielos, se seguía considerando a María, como madre de Jesús: “María la madre de Jesús” (Hch 1, 14).
9. Una vez leí a un amigo protestante decir, que ninguna cosa en especial nos había dejado María en la Biblia, a diferencia de los escritores bíblicos, que sí escribieron de Jesús, o los apóstoles que le proclamaron.
Pero dejemos que la Escritura misma nos relate como fue ella la que nos dio el mejor consejo a todos los cristianos, cuando nos dijo: “Haced todo lo que El les diga” (Jn 2, 5).
10. Otro protestante confundido me dijo una vez que Jesús no respetaba ni obedecía a su madre, que no la tomaba en cuenta.
Después que Jesús volvió con José y María, sus padres, a Nazaret, luego que fue encontrado en el templo discutiendo con los maestros de la ley, nos dice el Evangelio: “Y descendió con ellos y vino a Nazaret, y continuó sujeto a ellos” (Lc 2, 51).En otras palabras: les obedeció, tanto a José como a María.

11. Nosotros afirmamos que María, la madre de Jesús, padeció junto con Él, de una manera particular. Ella lo acompañó de un modo especial en su pasión. Nuestros amigos protestantes cuestionan esto.
Es sabido que no hay mayor dolor humano que el dolor de una madre al ver sufrir y morir a su hijo. ¡Cuánto más María, quien tuvo que padecer sabiendo que quien moría era su Hijo y su Dios al mismo tiempo, aquel que era maltratado y clavado en la cruz! Ya Simeón, se lo habría predicho: “(Y una espada traspasará aun tu propia alma) a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones” (Lc 2, 35).
12. Algunos protestantes, por interpretar incorrectamente la Biblia, dicen que ella tuvo relaciones sexuales con José y que luego de Jesús, tuvieron más hijos.
La Escritura es totalmente clara al respecto, y nos detalla que cuando el ángel le anunció que sería la madre del Salvador, ella le contestó sorprendida: “¿Cómo será esto, puesto que soy virgen?” (Lc 1, 34). Esta respuesta se explica única y exclusivamente si es que María había ya pensado mantener su virginidad, incluso durante su matrimonio, de lo contrario su extrañeza no tendría sentido, mucho menos su pregunta a Gabriel, el arcángel.Si María hubiese pensado en tener relaciones sexuales con José, entonces no le habría sorprendido el anuncio del ángel, pues habría asumido que ese hijo anunciado, vendría producto de su unión carnal con su esposo, pero como ella había decidido mantener su virginidad, es que respondió al ángel como lo dice el Evangelio.
13. Alguna vez, he leído también la afirmación de que María era una mujer indigna de Dios, indigna del Espíritu Santo.
Lucas nos relata que cuando el ángel se presentó a María y le explicaba el cómo sucedería la concepción de Jesús, le dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti” (Lc 1, 35).
14. Herejes, a lo largo de la historia, creían que el embarazo de María no tuvo nada de especial, nada de particular.
El evangelio nos dice todo lo contrario, pues en el libro de Mateo se relata así la concepción virginal de Jesús: “Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio, se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo” (Lc 1, 18).
15. Unos consideran, equivocadamente, que María no es importante en la historia de la salvación.
Veamos, sin embargo, que incluso ya en el Antiguo Testamento, se hablaba de ella: “Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel” (Is 7, 14).
16. Algunos grupos quieren hacer una separación entre Jesús y María, su madre. Los católicos decimos por el contrario que María es la que nos trajo la salvación (Jesús), que ella nos lo presenta, que ella siempre lo acompaña.
Mateo nos relata que cuando los reyes magos visitaron a Jesús, estos lo encontraron al lado de su Madre: “Y entrando en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose le adoraron” (Mt 2, 11).
17. El atrevimiento de algunos, les lleva a decir que en el Evangelio, nunca se habla con claridad de que María era madre de Jesús.

Pero dice la Palabra de Dios: “Un ángel del Señor se le apareció a José en sueños, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto” (Mt 2, 13).
18. Dicen otros que María no tenía una preferencia especial ante los ojos de Dios.
Dice por el contrario el Evangelio: “Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo” (Lc 1, 28).
19. Nosotros los católicos, afirmamos que María es el Arca de la Alianza. Esto, lo niegan los amigos protestantes.

Recordemos que el Arca de la Alianza, suponía en el Antiguo Testamento, la presencia real de Dios.
Cuando Gabriel, el arcángel, visita a María y le anuncia su maternidad, le dice: “Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lc 1, 35).En otras palabras, el Espíritu Santo, el Altísimo (el Padre) y el Santo Ser (Jesús, el Hijo), habitaron en María. Dicho de otra forma, las Tres Personas de la Trinidad hicieron morada en María, por eso decimos que ella es el Arca de la Alianza para los cristianos.
20. Otros podrían pensar, que María era una mujer no diligente, como injustamente la presentó hace poco una película norteamericana, realizada por protestantes.
Lucas, sin embargo, cuando nos describe la actitud de María al enterarse de la maternidad de su prima Isabel, nos dice: “En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá y entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel” (Lc 1, 39-40).
21. Muchos protestantes afirman que la presencia de María, no les trasmite nada en especial, y piensan que lo mismo ocurría en la época que ella vivió terrenalmente en la Palestina, en tiempos de Jesús.
Pero vemos, que cuando Isabel, su prima, recibió la visita de María, quedó llena del Espíritu Santo: “Y aconteció que cuando oyó Isabel la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; e Isabel fue llena del Espíritu Santo” (Lc 1, 41).Isabel quedó llena del Espíritu Santo ante el saludo de María, la madre del Señor.
22. Otros nos cuestionan a los católicos, porque nosotros afirmamos que recibir a María en nuestra vida, representa un privilegio.
El Evangelio, una vez más nos permite fundamentar lo que creemos. Isabel nos manifiesta el honor que significa recibir a María, la madre del Señor Jesús: “¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lc 1, 43).
23. Algunos podrían preguntarse si María era o no una mujer de oración. Tal vez algunos duden sobre si María se dedicaba o no a orar.
El evangelio de Lucas nos ha conservado el Magníficat, una de las más hermosas oraciones que encontramos en la Biblia, que es por cierto, la oración que María dijo cuando visitó a su prima Isabel: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva” (Lc 1, 46-48).
24. He discutido muchas veces con amigos protestantes, quienes me dicen que debemos tener presente a Jesús, que eso es correcto, pero que no es necesario recordar a María.
El Evangelio por el contrario, nos dice por misma boca de María: “Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1, 48).Cabe preguntarse: ¿Cuál es la única Iglesia que cumple con esta profecía bíblica? La respuesta es obvia.
25. Algunos se preguntan, intentando dudar en todo lo concerniente a María de Nazaret, si es que ella alguna vez santificó el Nombre del Señor, y si es que esto está registrado en las Escrituras, como ellos siempre esperan.
Cuando oraba, María dijo: “Santo es su nombre” (Lc 1, 49).
26. Otra pregunta interesante que podrían tener los que no se han informado bien sobre María, sería si ella se preocupaba o no de su hijo Jesús.
Dejemos que la misma Palabra de Dios nos lo relate: “Y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia” (Lc 2, 48).
27. Por otra parte, una barbaridad que también he escuchado es que Jesús nunca se preocupó por María, su madre.
¿Se podría creer que Jesús, siendo el Hombre Perfecto, y por tanto un hijo perfecto también, no se preocupara por su madre? Además, cuando estaba en la cruz, le dijo al apóstol más amado (o sea no a cualquiera, sino al más amado): “Después dijo al discípulo: ¡He ahí tu madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa” (Jn 19, 27).El discípulo amado recibe a María como su Madre, y la acepta en su casa. Eso es lo que hacemos los católicos: recibir a María en casa, en la Iglesia.
28. Y seguro, como se ha dicho también, otros afirman que María no tuvo ninguna labor importante dentro del Evangelio. Se preguntarán: ¿Es que acaso María recibió algún encargo especial de parte de Jesús? ¿Era acaso importante la misión que ella podría cumplir?
Recordando el numeral anterior, vemos que Jesús encomendó a su discípulo más amado, Juan, que cuidase de su madre, y la recibiese como tal. Pero no todo quedó allí, pues también a su Madre, le encomendó recibir como hijo al discípulo amado. El que se jacte de ser un discípulo amado de Jesús, tiene por tanto que aceptar que María lo reciba como hijo: “Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien El amaba que estaba allí cerca, dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí tu hijo!” (Jn 1, 26).

Por tanto, los protestantes tienen razón: todo debe estar en la Biblia. Al menos en el tema de María de Nazaret, vemos que todo lo que necesitamos conocer como cristianos para amar y venerar a nuestra Madre, lo podemos encontrar sin ninguna dificultad en la Palabra de Dios.
¿LOS EVANGÉLICOS “ADORAN” A SUS PASTORES?

Dr. Jorge Arturo Rodríguez Reyna




 
En ciertas ocasiones he tenido la oportunidad de dialogar con hermanos y amigos evangélicos sobre diversos temas. Uno de esos temas, como seguramente se podrá suponer, es el tema de María y los santos, y como también es conocido ellos siempre han basado su ataque en descalificar la explicación que nosotros les damos al respecto.

Cuando ellos me han dicho que nosotros “adoramos” a María y a los santos, de una y mil formas he intentado hacerles comprender que lo que nosotros les brindamos es “veneración”, mas no “adoración”. Les explico que venerar es un grado máximo de respeto que se brinda a alguien por lo que ha sido, por sus actos, por sus ideas, por su conducta en general. Y precisamente eso es lo que nos hace venerar a nuestra Madre y a los santos del Señor, pues son personas ejemplares que nos sirven de modelo a seguir en nuestra vida cristiana. Por eso es que los veneramos o diciéndolo de otra forma: los respetamos en grado sumo.

Y para que no nos queden dudas al respecto, y confirmemos de una buena vez que andamos en lo correcto, recurramos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la cual define los términos referidos, de la siguiente manera:

Veneración. (Del lat. veneratĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de venerar.

Venerar. (Del lat. venerāri). tr. Respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes, o a algo por lo que representa o recuerda.

Así que con toda claridad se desprende de lo anterior que el hecho de “venerar” a alguien no tiene relación con la “adoración”, como nos quieren forzar a aceptar los amigos evangélicos, quienes parecieran no querer darse el trabajo de revisar el diccionario, cada vez que se los he intentado explicar de esta manera.

Por otra parte, ellos podrían argumentar que estas definiciones “no están en la Biblia” – alguno podrá decir incluso que el Diccionario de la Lengua Española la dirige el Vaticano o sostener otra ilusa teoría conspirativa tipo Dan Brown –, muletilla que repiten hasta la saciedad cuando quieren defender sus posturas. Pues bien, revisemos lo que nos dice la Palabra de Dios respecto a la veneración. Veamos si la veneración a personas diferentes de Dios es mala, pues obviamente si es mala, la Biblia la condenaría.

Y más aún: para que nuestros amigos evangélicos no cuestionen la versión bíblica, porque podrían sostener que la Biblia Católica está “alterada” – como piensan equivocadamente algunos de ellos – emplearemos la versión protestante Reina-Valera de 1960.

Analicemos entonces:
“Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras” (Isaías 58:13).

Esta cita nos dice que la “veneración” de cierto día de la semana, el día de reposo, es algo bueno ante el Señor.

“El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola” (Isaías 9:15).

Este versículo llama “venerable” a los ancianos de Israel, según Isaías.

“Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles” (Hechos 5:34).

Lucas nos relata como Gamaliel, doctor de la ley, era “venerado” por todo el pueblo, sin insinuar en ningún momento que era “adorado”.

“Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?” Hebreos 12:9.

Pablo nos habla de lo bueno que es “venerar” a nuestros propios padres y nos invita con mayor razón a obedecer a Dios, nuestro Padre Celestial.

Por todo lo anterior es que podemos afirmar que, bíblicamente, está permitida la “veneración”, es más, se aconseja la misma en ciertas situaciones. Obviamente estoy hablando de la “veneración” dedicada a personas diferentes de Dios, pues naturalmente Dios merece una veneración por encima de toda medida. Los santos y María reciben veneración – o respeto en grado sumo – como dice el diccionario claramente, por lo que significan para los cristianos, como ejemplos de vida, como modelos de vida santa dedicada al Señor.

Por esto es que los hermanos protestantes no tienen ningún asidero cuando dicen que la “veneración” es igual a la “adoración”, pues de seguir sosteniéndolo, estarían afirmando – equivocadamente – que la Biblia dice que debemos “adorar” a nuestros padres terrenales, cuando nos dice que los veneremos (Hb 12.9).

Tampoco tienen sustento para afirmar que la veneración es mala o es pecado, como acabamos de comprobar con la misma Palabra de Dios. Y más aún, no tienen porque criticar o condenar a los católicos, cuando les decimos que nosotros veneramos a la Virgen María y a los santos. Ya vimos que la Biblia nos permite hacerlo.

Pero seguramente, habrá algunos amigos evangélicos que pese a todo lo anterior, que resulta más claro que el agua más cristalina, seguirán insistiendo de alguna forma en que lo que hacemos los católicos al “venerar” a los santos es igual a “adorar” y continuarán igualmente criticándonos y atacándonos.

Es para ellos en particular a quienes está dedicada la parte final de este artículo.

Primero, veamos algunas imágenes y revisemos algunos textos que podemos comprobar sin dificultad entrando a los enlaces de internet que se citan a continuación. En ellos encontramos que muchos de los dirigentes o líderes de las comunidades evangélicas utilizan el título de Reverendo, otros el de Pastor Reverendo y otros el de Reverendo Pastor.

Pasemos a verificarlo con algunos ejemplos:

Comencemos por la página web del Movimiento Misionero Mundial del Perú:

“El reverendo Gustavo Martínez, presidente internacional de la obra; Rev. José Soto, vicepresidente y el Rev. Rodolfo González, tesorero de nuestra denominación…”



Continuemos con los Reverendos de otros grupos evangélicos:

Pastor General Rev. Dr. César Orlando Ayala (Iglesia Bautista de Westchester)

Pastor Reverendo Julio Negri Gutiérrez. Primera Iglesia Bíblica Bautista. Urb. Chorrillos. Huancayo. Perú.

Rev. Jorge Bravo, Obispo de la Iglesia Metodista del Perú

Reverendo Pastor Ismael Rueda Galindo. Hidalgo. México.

Pastor Reverendo Tomás Rodríguez. Iglesia de Dios Pentecostal MI Bo. Aceitunas. Moca. Puerto Rico.
Reverendo José E. Morales. Iglesia Cristiana Emanuel, INC. New Jersey.

Hay muchos ejemplos más sobre el uso del título de “Reverendo” que se pueden comprobar fácilmente visitando páginas protestantes o leyendo los artículos o revistas que publican.

A continuación, recurramos una vez más al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y estudiemos el significado de “reverendo” y otros términos:

Reverendo, da. (Del lat. reverendus). adj. Digno de reverencia.

Reverencia. (Del lat. reverentĭa). f. Respeto o veneración que tiene alguien a otra persona

De lo anterior se desprende que, si los evangélicos insisten en sostener que “venerar = adorar”, por tanto, ellos deben reconocer que sus pastores, al hacerse llamar “Reverendo”, están afirmando que son dignos de recibir reverencia, y como claramente hemos visto, reverencia es igual a respeto o veneración. En otras palabras nuestros amigos, los pastores evangélicos, dicen al emplear el título “Reverendo”, que son dignos de veneración. Y como todos los evangélicos dicen que “veneración = adoración”, por obvias razones, sus pastores estarían diciendo que ellos son dignos de adoración. Y la grey evangélica, al saludar a sus pastores y llamarles “Reverendo”, estarían reconociendo la validez de dicho título, y por tanto, les estarían “adorando”.

No es mi afán incomodar a los amigos evangélicos con este artículo, sino más bien hacerles ver el error en el cual incurren cada vez que nos acusan a los católicos de “adorar” a María y los santos, cuando nosotros les explicamos que lo que hacemos es venerarlos. Su postura equivocada no soporta el análisis lógico más sencillo como el que acabo de hacer, tanto así que si empleamos el sentido que ellos quieren darle a la palabra “venerar” entonces esto termina volteándose contra ellos mismos, como en el caso de sus “reverendos”.

No tengo por cierto, ninguna oposición a que sus líderes se llamen Reverendos y por tanto sean dignos de reverencia y veneración, por ende. Al contrario, tienen todo el derecho de emplear el título que mejor consideren. Me merecen el mayor respeto por el trabajo que hacen – aunque tal vez en la otra vereda – y creo por tanto que son dignos de recibir todo el respeto y veneración de su comunidad.

Pero así como creo lo anterior, creo también que los católicos tenemos todo el derecho de venerar a María, la madre de nuestro Señor, y a los santos, nuestros hermanos, quienes nos han antecedido en el encuentro con Jesús. Tenemos todo el derecho de brindarles el mayor respeto y veneración, por lo que vivieron y predicaron, por su martirio en muchos casos, por su vida santa. Bíblicamente ha quedado demostrado que podemos venerarlos, y también que, veneración no es igual a adoración. Los católicos única y exclusivamente adoramos a Dios, sólo a Él. A María y a los santos, los veneramos, cosa muy diferente a la adoración.

- Ad mayorem Dei gloria -