¿Por qué no es considerada la homosexualidad un desorden en la base de sus consecuencias médicas?
Autor: Kathleen Melonakos
Fuente: Fundación de la Familia de Delaware
La autora de este artículo, profesional de la salud y reportero médico Kathleen Melonakos, describen el impacto del sexo hombre-con-hombre sobre la salud física.
Trabajé como durante varios años en los ochenta y noventa en el Centro Médico Universitario de Stanford, donde pude ver algo del daño que los homosexuales hacen a sus cuerpos con algunas de sus prácticas sexuales. Como consecuencia de esa experiencia presencial, admiro mucho el trabajo de NARTH en la investigación y tratamiento de la homosexualidad.
He estado preocupada durante largo tiempo por las serias consecuencias médicas que surgen como resultado de las actitudes de la afirmación gay que predominan en el Área de la Bahía de San Francisco. Por ejemplo, conocí personalmente a un dermatólogo prominente, un dentista, un ingeniero y un peluquero que murieron en sus cuarenta y pocos años de enfermedades infecciosas relacionadas con sus patrones de conducta homosexual. Sé de muchos otros que han muerto jóvenes como resultado de vivir un estilo de vida gay.
La co-autora de mi propio libro de referencia médica, Saunders Pocket Reference for Nurses, era la jefa del departamento de cirugía en Stanford. Contaba casos de homosexuales que necesitaban cirugía de emergencia debido a "puñetazos", "jugar con juguetes", (introducir objetos en el recto) y otros actos estrafalarios. Estoy segura -a la luz de mi experiencia clínica, y como consecuencia de haber hecho considerables estudios sobre ello desde ese momento- que la homosexualidad ni es normal ni benigna; más aún, es una adicción letal de conducta, tal como subraya Dr. Jeffrey Satinover en su libro "Homosexualidad y la Política de la Verdad".
Por lo que yo sé, no existe otro grupo de personas en los Estados Unidos que muera de enfermedades infecciosas en sus cuarenta y tantos años que el de los que practican la homosexualidad. Esto, para mí, es trágico cuando sabemos que la homosexualidad puede ser prevenida, en muchos casos, o sustancialmente sanada en la edad adulta cuando existe suficiente motivación y ayuda.
Actualmente vivo en Delaware y trabajo junto a la Fundación de la Familia de Delaware para informar a la gente de los temas homosexuales. Estamos discutiendo a los activistas gays que quieren añadir "discriminación sexual" a nuestro código de anti-discriminación. Al intentar exponer el argumento de que la homosexualidad no es sana y que no debería animarse a nadie a practicarla, nos encontramos con el hecho de que ni la Asociación Psiquiátrica Americana ni la Asociación Psicológica Americana la reconocen como un desorden. Nuestros oponentes dicen que estamos utilizando "tácticas de alarma".
El Dr. Satinover exponía brillantemente en su libro Homosexualidad y la Política de la Verdad la evidencia sólida e irrefutable de que existen consecuencias letales de vivir las características que definen la homosexualidad masculina -esto es, la promiscuidad y el contacto sexual anal.
No era necesario para reconocer eso que alguien cualificado en medicina, como Brian Camenker de Coalición de Derecho de los Padres dijera en TV nacional: "Una vida de sexo anal no es muy buena para el cuerpo." Brian dijo también: "Tan alarmante como suena la frase, no existe argumento lógico contra ella." Así, incluso la gente tiende a reconocer lo que debería ser obvio, especialmente para los cualificados en medicina, y que conocen los hechos básicos de la homosexualidad. A mí me parece que los profesionales de la medicina deberían ser más conscientes e implicados con las consecuencias de la práctica habitual del contacto anal promiscuo y otras prácticas orales-anales de los homosexuales activos.
El riesgo de cáncer anal se eleva para los que mantienen contacto sexual anal. Según un estudio, sube por un asombroso 4000% y lo dobla de nuevo para los HIV positivos.
¿Puede rechazar alguien que el contacto sexual anal rompe el forro rectal de la pareja receptiva, con indiferencia de si se lleva puesto el preservativo, y que el contacto posterior con la materia fecal conduce a un conjunto de enfermedades?
Las enfermedades a las que los homosexuales activos son vulnerables pueden ser clasificadas como sigue:
Enfermedades clásicas transmitidas sexualmente (gonorrea, infecciones de Clamidia de tracoma, sífilis, infecciones de herpes simplex, verrugas genitales, piojos púbicos, sarna); enfermedades entéricas (infecciones de especies Shigella, Campylobacter de yayuno, Entomaeba histolítica, Giardia lamblia, ("enfermedad del intestino gay"), Hepatitis A, B, C, D y citomegalovirus); trauma (relacionado a y que tiene como consecuencia incontinencia fecal, hemorroides, fisura anal, cuerpos extraños alojados en el recto, desgarros rectosigmoideos, proctitis alérgica, edema penil, sinusitis química, quemaduras de nitrito inhalado y ataques sexuales del paciente masculino); y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
¿Puede alguien rechazar que el aumento de la morbosidad y de la mortalidad es una consecuencia inevitable del sexo de hombre-con-hombre -sin mencionar los índices elevados de alcoholismo, abuso de drogas, depresión, suicidio y otras enfermedades que con tanta frecuencia acompañan al estilo de vida homosexual? La gente con este conjunto de patrones de conducta, ¿son de alguna forma "normales"?
Mi pregunta primaria es: "¿Por qué la homosexualidad no es considerada un desorden solamente sobre la base de sus consecuencias médicas? El Dr. Satinover y otros han hecho un solo caso para el por qué la homosexualidad es paralela al alcoholismo como adicción insana. Debería tener un diagnóstico paralelo.
Hay mucha literatura, incluyendo en la web NARTH, que discuten la decisión de 1973 de suprimir la homosexualidad como diagnóstico. Los argumentos contra el cambio en el diagnóstico parecen centrarse sobre "modelos sociales", relativismo moral, "angustia subjetiva" del paciente y si hay o no ningún modelo objetivo para la normalidad "psicológica" (por ejemplo, el debate entre Joseph Nicolosi y Dr. Michael Wertheirmer en Un Desacuerdo En Worldviews. Una entrevista con Dr. Michael Wertheimer).
Mientras estas consideraciones son importantes, parece como que podemos dejar de lado, por el momento, el debate sobre si la homosexualidad debería ser clasificada como desorden del desarrollo. Muy simplemente, parece, una persona objetiva que solamente mire las consecuencias de estilo de vida de la homosexualidad tendría que clasificarla como algún tipo de patología. ¿Conduce o no a una vida dramáticamente recortada? Los estudios dicen que sí, algunos hasta el 40%, siendo el estudio Cameron sólo uno de otros muchos estudios que sugieren esto.
Tomados juntos, estos estudios establecen que la homosexualidad es más mortal que el tabaco, el alcoholismo o la adicción a las drogas. Sin embargo, parece que lejos de ello, pocos físicos u otros profesionales están haciendo argumentos a favor de la homosexualidad como diagnóstico basados en sus consecuencias adversas sobre la salud.
Mientras estaba haciendo la investigación en la historia de la decisión de 1973 para suprimir la homosexualidad del manual diagnóstico de desórdenes, me impactó bastante el averiguar que la razón especiosa sobre la que se basó la decisión, y que los médicos cualificados han permitido que la decisión permanezca.
El 5 de febrero de 2002, estuve en contacto por correo electrónico con el Dr. Robert Spitzer de la APA y le pedí que me enviase referencias para la posición de los documentos y estudios sobre los que su comité basó la decisión de suprimir el diasgnóstico. Me dijo que leyera el libro de Ron Bayer, "la cosa más cercana a un documento de posición" (Diario Americano de Psiquiatría, 130:11, 1207-1216), y él decía: "No había una lista específica de referencias pero lo que fue influyente también fue el estudio de Evelyn Hooker Rorshack y el estudio de la comunidad Eli Robins".
He leído muchas de las críticas del estudio Hooker -como los entrevistados eran seleccionados específicamente más que al azar y otras limitaciones metodológicas. El
Dr Charles Socarides nos informa también de que Spitzer estaba influenciado por el Informe de Kinsey, que fue reconocido ya en 1976 por "progresistas sociales", como el Prof. Paul Robinson de Stanford, como "una manifestación patética de la ingenuidad filosófica de Kinsey... una invención mecánica, que...tenía poca relación con la realidad y desde entonces ha sido desacreditado por el trabajo de Judith Reisman y otros.
Está claro que el Dr. Socarides tenía razón cuando dijo que la decisión de suprimir la homosexualidad como diagnóstico "suponía terminantemente la indiferencia perentoria y el rechazo no sólo de cientos de documentos e informes de investigación psiquiátricos y psicoanalíticos sino de otros estudios serios de grupos de psiquiatras, psicólogos y educadores de los últimos setenta años..."
Parece incluso más obvio que la Task Force sobre la Nomenclatura ignoró de forma arrogante (y la APA continúa ignorándola) la evidencia substancial y carente de ambigüedad de que la homosexualidad implica una conducta de amenaza contra la vida con un componente adictivo que tiene serias implicaciones sobre la salud.
El hecho de que la APA haya eludido la responsabilidad por su carencia de integridad científica y profesional es especialmente increíble debido a la llegada de la epidemia del SIDA. Existen actualmente estimadas unas 900.000 personas en los Estados Unidos que están infectados con el virus HIV, 1 de cada 300 americanos. Aunque ha habido un decrecimiento en las muertes por SIDA por año debido a la terapia de drogas, (que cuesta un promedio de $12.000 por paciente al año), el índice de nuevos infectados por año ha permanecido el mismo, unas 40.000 personas, a pesar de los veinte años de campaña de "sexo seguro".
Estos hechos demuestran el fracaso de políticas actuales para contener la epidemia del SIDA. Mientras que la terapia de las drogas prolongará brevemente la vida de estos pacientes, el SIDA permanece como la causa quinta de mortalidad entre las personas de edades entre 25-44 años, y el 60% de los nuevos casos es contraído por hombres que han mantenido relaciones homosexuales. De acuerdo con los Centros para el Control de la Enfermedad (CDC), los hombres homosexuales tienen mil veces más probabilidades de contraer el SIDA que la población heterosexual en general.
El Dr. Satinover ha dicho en una entrevista con NARTH:
"Un artículo reciente de una publicación psiquiátrica nos informaba de que el 30% de todos los hombres homosexuales de 20 años de edad serán HIV o estarán muertos a más tardar a la edad de 30 años. Pensarías que el objetivo, el enfoque ético sería: Utilicemos cualquier cosa que funcione para intentar sacar a esta gente de su posición de riesgo. Si ello significa hacer que se pongan el preservativo, bien. Si significa hacer que dejen el contacto sexual anal, bien. Si significa hacer que dejen la homosexualidad, bien. Pero esta última intervención es la única que es absolutamente tabú.
No hay duda de que un análisis frío, y estadístico de esta epidemia te llevaría a creer que esta actitud de lo políticamente correcto está matando a una proporción sustancial de esta gente. Creo que hay un elemento de negación, en el sentido psicológico, de lo que las enfermedades relacionadas con el mundo gay realmente significan.
Me parece que la APA debería ser presionada agresivamente a reconocer los hechos sobre la morbosidad y la mortalidad atribuida directamente a la homosexualidad, o ser descubierta por lo "guardianes de la salud pública" imprudentemente irresponsables que han llegado a ser, al menos en este asunto.
¿Cuándo demandarán los doctores y otros trabajadores al cuidado de la salud que los oficiales de la Asociación Americana de Psiquiatría respondan a la clara evidencia en lo siguiente: La Homosexualidad y la Política de la Verdad: Los índices de mortalidad enumerados en sus propias "Guías Prácticas para Tratar a los Pacientes con HIV/SIDA"; y otros informes importantes, tales como la Monografía publicada por el Instituto de Salud Sexual, Implicaciones en la Salud de la Homosexualidad?
Para que no pensemos que los oficiales de APA justifican su abandono de las consecuencias médicas de la homosexualidad sobre la base de la orientación sexual no se puede cambiar, afirmamos que Robert Spitzer conocía en su documento de posición en 1973 sobre la Nomenclatura que "los métodos modernos de tratamiento posibilitan cambiar la orientación sexual a una proporción significante de homosexuales que desean hacerlo."
Él ha confirmado ahora el hecho de que la orientación sexual se puede cambiar con su estudio reciente. Sabemos que cambiar la orientación sexual sólo llegó a ser "imposible" en los noventa, como parte de una estrategia política de los activistas gays.
El fundamento de Spitzer y sus aliados para suprimir la homosexualidad como diagnóstico en 1973 era que para ser considerada un desorden psiquiátrico, "debe producir regularmente angustia subjetiva o estar asociada regularmente con algún deterioro en la efectividad o funcionamiento social... Claramente la homosexualidad en sí misma no posee los requerimientos para un desorden psiquiátrico, debido, como se afirma más arriba, a que muchos están bastante satisfechos con su orientación sexual y demuestran no tener deterioro generalizado en la efectividad o el funcionamiento social." (Spitzer, et.al, p. 1215).
El razonamiento de The Task Force cae por varias razones.
Primero, incluso si admitimos la validez de su criterio indicado (que es cuestionable), el hecho de que "muchos homosexuales estén satisfechos con su orientación sexual" falla al tomar en cuenta el enorme número de homosexuales que no están satisfechos con su orientación sexual y que experimentan "angustia subjetiva y deterioro generalizado en el funcionamiento social." La supresión del diagnóstico no sólo es injusta sino cruel para aquellos que desearían buscar tratamiento para su condición.
En segundo lugar, existen razones sin ambigüedad para pensar que la homosexualidad en sí produce "deterioro generalizado en la efectividad y funcionamiento social." Sí de hecho es una adicción letal, y los muchos estudios que documentan los patrones de conducta son correctos (muestran patrones compulsivos de promiscuidad, sexo anónimo, sexo por dinero, sexo en lugares públicos, sexo con menores, drogas concomitantes y abuso de drogas, depresión, suicidio), para que la APA discuta que estas características no constituyen un "deterioro de efectividad o funcionamiento social", extiende los límites de la plausibilidad. Discutir que la muerte temprana no constituye un "deterioro de efectividad o funcionamiento social" es absurdo.
La APA niega la terapia reparativa a aquellos que la quieren
La APA declara que su misión es promover un acercamiento bio-psico-social para comprender y cuidar a los pacientes, en todos los aspectos del cuidado de la salud, que incluye la prevención de la enfermedad (Declaración de Objetivos Stategic de APA). Así, la APA viola sus propios objetivos cuando ignora la evidencia de que la homosexualidad en muchos casos puede ser prevenida y niega la terapia reparativa a aquellos que la quieren.
Una lectura cuidadosa de los artículos que se oponen a la terapia reparativa revela el fundamento de sus autores de que encuentran dicha terapia "opresiva" para aquellos que no la quieren.
¿Qué sucedería si esta lógica se aplicase a cualquier otra enfermedad mortal? ¿Qué sucedería si los doctores dijeran: "Nos negamos a tratar el cáncer (o, decir, el alcoholismo) porque sólo conseguimos un índice de curación del 50% - y muchas personas que no quieren ser sanadas encontraran opresivo que curemos a los demás?" ¿Por qué no serían archivados los procesos por negligencia?
Sabemos que Ronald Gold de la Alianza del Activismo Gay, hombre abiertamente gay, era miembro del comité para suprimir la homosexualidad como diagnóstico en 1973. Sabemos que los activistas gays estaban interrumpiendo encuentros, amenazando a doctores y utilizando otras tácticas de brazo fuerte para conseguir su propósito en aquel momento.
También sabemos que activistas homosexuales como el Dr. Richard Isay en la APA han presionado para conseguir resoluciones que castiguen a los terapeutas que lleven a cabo la terapia reparativa, y las amenazas de los juicios parecen ser la razón principal por la que la APA no ha puesto en práctica sus propósitos.
Sabemos que los defensores de la homosexualidad de la APA continúan suprimiendo el debate sobre el nuevo estudio de Spitzer que documenta que la orientación sexual se puede cambiar (y suprimiendo el debate sobre otros estudios de apoyo). También sabemos que homosexuales activos como Clinton Anderson, de la Asociación Psicológica Americana, rechazan permitir que NARTH entable un debate público o anunciar los encuentros de NARTH en las publicaciones de APA simplemente porque ésta no está de acuerdo con las premisas sobre las que se basa la terapia reparativa.
Por estas razones, no creo que sea exagerado usar la analogía de que "los alcohólicos están dirigiendo el centro de rehabilitación", en referencia a la APA -al menos en lo referente a la homosexualidad. Los homosexuales activos apenas pueden ser objetivos sobre una conducta adictiva en la que ellos mismos participan. A la luz de la evidencia médica, parece que el dicho Galénico, "físico, sánate a ti mismo", debería aplicarse, como se hizo en el pasado, como sugiere el Dr. Satinover.
Me parece que la situación en este país empeorará sólo hasta que se haga a la APA responsable por lo que es discutiblemente su negligencia criminal. Con su error a la hora de tener en cuenta las consecuencias médicas del patrón de conducta homosexual, están dañando a toda nuestra sociedad y, especialmente, a la generación próxima.
La decisión reciente de la Academia Americana de Pediatría de aprobar las adopciones por parte de gays es otro ejemplo preocupante de cómo la decisión de la APA de "normalizar" la homosexualidad ha tenido un amplio efecto desgranador. Los profesionales de la salud, especialmente, deberían prestar atención a la protesta de Dean Byrd en la página web de NARTH de que ya es hora de que los americanos "insistamos en la verdad, no en la política, de todas nuestras organizaciones profesionales."
¿Qué hacer para insistir en la verdad? ¿Juicios? ¿Protestas? En mi opinión, los doctores y otros profesionales de la salud deben hacer presión o compartir la culpabilidad.
¿Qué tal si cada persona que lea este artículo enviase una copia al presidente de la Asociación Psiquiátrica Americana y pidiese una respuesta? El debate razonado es al menos los que los psiquiatras deben a nuestra sociedad -especialmente a aquellos cuyas vidas y las de las personas que quieren están en riesgo.