Dr. Jorge Rodríguez Reyna
Ocurrió en mi reciente viaje a
Chicago, Illinois, EEUU, concretamente en el trayecto de retorno, en la
madrugada del 7 de Diciembre del año que acaba de terminar (2015), en el Aeropuerto
Internacional O'Hare de
la ciudad de Chicago.
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Itinerario de regreso Chicago - México DF - Lima |
Venía de regreso con mi padre,
desde Chicago hacia Lima, con escala y conexión en México DF. Cada uno tenía su
propia maleta, la mía era de mayor tamaño. Cuando nos presentamos en el counter
para registrar el equipaje resultó que la mía pesaba 26.7 kg, es decir 3.7 kg
más del límite permitido que es 23 kg, pero según me explicó el empleado de
Aeroméxico, necesariamente por reglamento no podía pesar más de 23 kg, de lo
contrario tendría que pagar $15 por cada kg adicional, en este caso
$45, dado que el exceso lo redondearon en 3 kg. Me dijo el empleado que si
quería evitar pagar la penalidad, debería retirar algunas piezas de mi maleta,
hasta alcanzar el peso límite de 23 kg. El problema era que la maleta de mi
padre, que había pesado 18 kg, estaba totalmente llena y no cabía absolutamente
nada adicional. Con pesar y malestar miré el rostro de mi padre, como
diciéndole que no nos quedaba más opción que pagar la penalidad de $45. Incluso
tomé mi billetera para sacar el dinero, cuando mi papá me pidió que abriéramos
mi maleta para intentar retirar algo que al menos redujera el peso y por
consiguiente la penalidad económica por exceso de peso. Con incredulidad
acepté, pero con una mínima esperanza de reducir siquiera 1 kg, para pagar sólo
$30.
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Las maletas de mi padre y mía, con sus respectivas iniciales |
Al abrir la maleta, vimos que la
mayor parte de su contenido eran vestimentas de gran volumen, como casacas,
zapatos, además de adornos, que con toda seguridad no podrían caber en la
maleta de mi padre, y sobre todo porque ésta última estaba llena al tope. Lo
único relativamente pequeño que encontramos a simple vista fue la Biblia que mi
papá había llevado para el viaje y un frasco de vitaminas que compramos en
Walgreens. A lo sumo la Biblia pesaba menos de 1 kg y el frasco de vitaminas, 600
g (Ya de vuelta en casa comprobamos que la Biblia pesaba 800 g y el frasco de
vitaminas, 500 g). Así que retiramos estos dos elementos. La Biblia de mi padre
a duras penas consiguió entrar en un bolso pequeño que él llevaba y el frasco
multivitamínico también con dificultad en mi mochila, que era mi equipaje de
mano. Pensábamos que con esos dos elementos extraídos de la maleta, tal vez
habíamos reducido $15 de penalidad.
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Frasco de multivitamínico (peso 0.5 kg) |
Pero nuestra sorpresa fue
mayúscula, cuando al colocar la maleta nuevamente para ser pesada, la balanza
marcó 18.3 Kg. Y a pesar de recolocarla, la balanza seguía marcando dicho
valor. En otras palabras, la Biblia había pesado aproximadamente 7 kg y al
reducirse esa cantidad en el peso de la maleta, ya no tuvimos que pagar la
penalidad por exceso de equipaje. Con alegría y complicidad, cruzamos miradas
con mi viejo (mi padre), como entendiendo el hecho sobrenatural que nos estaba
ocurriendo. Luego, simplemente rotularon ambas maletas para subirlas a bordo
del avión.
Lo más intrigante de nuestro
periplo fue que al recoger nuestras maletas para tomar nuestro próximo vuelo
desde Lima hacia Trujillo, al subir mi maleta a la balanza, esta marcó 25.4 kg,
es decir, el peso correcto. La Biblia y el frasco de vitaminas pesaban en
conjunto algo más de 1 kg, pero como en Lima no nos pusieron inconvenientes
por ese leve exceso de equipaje, no tuvimos que pagar ninguna penalidad.
Dios obra maravillosamente, a
través de grandes e impactantes milagros. También obra con milagros
aparentemente más sencillos, pero igual de impactantes e importantes para
quienes lo sabemos descubrir en cada momento de nuestra vida. Y bueno, este 7
de Diciembre realmente fue impactante para mi padre y para mí, pues el Señor
nos ayudó para no tener que pagar ninguna penalidad económica, concediéndonos
un milagro sólo para nosotros dos, pues nadie más se dio cuenta de ello.
Si Dios hizo el Universo entero,
si abrió las aguas del Mar Rojo, si resucitó muertos, si multiplicó los panes,
y tantas otras maravillas, ¿cómo es que no podría hacer que nuestra
Biblia pesara 7 kg por un momento?
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La Biblia de mi padre, que pesó 7 kg (peso real: 0.8 kg) |
Les comparto este milagro, pues
no puedo guardarme algo maravilloso que el Señor me concedió durante mi viaje.
Qué este testimonio sirva para fortalecer la fe de todos cuántos lean este
relato y a todos cuántos pueda llegar.
Dios les bendiga.
“Para Dios, nada hay de
imposible” (Lucas 1,37)