Dr. Jorge Arturo Rodríguez Reyna
En mis anteriores artículos me he dirigido particularmente a mis hermanos católicos y de manera secundaria a los amigos y hermanos protestantes que quisieran leerlos. En esta oportunidad, sin embargo, me propongo dirigir mi atención primera a los hermanos protestantes y obviamente – como siempre – a mis hermanos católicos. Quiero referirme nuevamente a María, la madre del Señor. Sé que existen infinidad de artículos que hablan de ella, pero espero en esta oportunidad ofrecer otra perspectiva.
El título del artículo es un cuestionamiento a los hermanos protestantes: ¿Y si tú hubieras sido Juan? Es una pregunta que a continuación paso a explicar: ¿Si hubieras sido Juan, el discípulo amado, cómo habrías tratado a María, la madre del Señor? ¿Si tú hubieras sido Juan, la habrías recibido en tu casa, como él lo hizo? ¿Si hubieras sido Juan y por tanto, teniendo a María en tu casa (porque se supone que como discípulo amado y obediente, habrías obedecido al Señor), cómo la habrías llamado? ¿Le habrías dicho Madre a María - pues el Señor le dijo a Juan: “He ahí a tu madre” (Jn 19.27)? ¿O es que a pesar del encargo del Señor de que la recibas como madre, no la habrías llamado así? Si tú hubieras sido Juan, yo creo que como buen discípulo – es más, el discípulo amado – la habrías recibido en casa y la habrías llamado: Madre.
¿Y si la vida terrena de nuestro Señor Jesús, no hubiera ocurrido hace dos milenios, sino ahora y tú fueses Juan – a quién Jesús te encarga su madre – llamarías Madre a María? Me podrás decir tal vez que Jesús sólo se la encargó, pero no le ordenó cómo llamarla. Yo te digo: cuando Jesús cambió el nombre de Simón por el de Pedro (Mt 16.18), ¿cómo es que empezaron a llamarle todos a Simón, el pescador? Simple: lo llamaron Pedro. Entonces, si Jesús te encarga a su madre y te dice: “He ahí a tu madre” (Jn 19.27), ¿cómo tendrías que llamarla? Simple: yo la llamaría Madre, Mamá, Mamita, Madrecita. Y lo más importante: no sólo la llamaría así, sino que realmente ella sería mi Madre, pues además de habérmela entregado el Señor, también me habría entregado a ella como hijo suyo, pues recuerda que le dijo: “Mujer, he ahí a tu hijo” (Jn 19.26).
Además de todo esto, hay un hecho que cabe resaltar. Cuando Jesús estaba en el Gólgota, mientras entregaba a Juan como hijo de María y a María como madre de Juan, éste tenía viva a su madre biológica, pues la misma estaba junto a las otras mujeres al pie de la cruz (Mt 27.56). En otras palabras, a pesar de que Jesús sabía perfectamente que Juan ya tenía madre, aun así le entrega a su propia Madre y no sólo para que la cuide, sino para que sea Madre del discípulo. ¿Y acaso Juan cuestionó y se negó a recibir a María como Madre, por el hecho de contar con una madre biológica? Simplemente obedeció y la recibió en su casa, como su Madre. Es obvio que la recibió como su Madre espiritual.
Te pregunto, amigo protestante: ¿Eres tú un discípulo amado del Señor? Pues, cuando converso con Uds. eso es lo que me dan a entender. Me hablan del amor infinito de Dios que perciben, que sienten, que captan todo ese amor que Él les da. En otras palabras, se sienten discípulos amados. Lo cual es bueno, por supuesto. Me alegro que así lo vivan. Pero, si son discípulos amados, ¿por qué no aceptan, al igual que Juan – el discípulo amado – a María como su Madre? Les recuerdo que Uds. se identifican con los apóstoles cuando Jesús les dio el mandato de ir a evangelizar a todo el mundo (Mc 16.15), cuando les dijo que donde se encontraran reunidos dos o tres en su Nombre, El estaría presente (Mt 18.20), en fin, cuando les dio su palabra, sus mandatos. Entonces, ¿por qué no se identifican con Juan, cuando el Señor le entregó a María como su Madre? ¿O es que no quieren recibirla con Uds. y aceptarla? Me dirán de repente, que eso sólo se lo dijo a Juan y no a los demás cristianos. También les podría responder lo mismo con relación al mandato de ir a evangelizar a todo el mundo. ¿Por qué aceptar algunos mandatos y otros no? ¿Es que no son Uds. discípulos amados del Maestro?
Seguro podrían decirme – como alguna vez he leído y escuchado – que eso fue en la época en que María estuvo viva en esta tierra, pero que ahora ya no, pues está “muerta”. Es bueno recordar lo que dijo Jesús: “Dios es un Dios de vivos y no de muertos” (Lc 20.38). Además, les cito a Pablo, quien dice que Abraham es padre de todos los creyentes, que es padre de todos nosotros, que los que tienen fe son sus hijos (Rom 4.7,11,16). Es más, dice claramente “Nuestro padre Abraham” (Rom 4.12). Si aplicamos el criterio de que los muertos, muertos están y no son nada nuestro, ¿por qué Pablo llama a Abraham: nuestro padre? ¿Por qué dice que los creyentes somos hijos de Abraham? No es invento católico, es Palabra de Dios, lo dice la misma Biblia (las citas son de la versión Reina-Valera 1995). A pesar de haber muerto, Abraham es nuestro padre, pues vive en el Señor. Lo dice Dios en su Palabra.
Siendo así, ¿cuál es el escándalo de Uds. cuando escuchan que los católicos decimos que María, la madre del Señor, es nuestra Madre? Nosotros nos consideramos también “discípulos amados” y como Juan, recibimos a María en nuestras vidas, pero la recibimos como nuestra Madre, como el Señor se lo ordenó a Juan.
Un discípulo amado del Señor lo es, si es que cumple sus mandatos, si guarda su palabra, toda su palabra, no sólo la que nos gusta. Y un mandato suyo fue recibir a María, su Madre, como Madre nuestra.
Ad Mayorem Dei Gloria
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