Dr. Jorge Arturo Rodríguez Reyna
Los hermanos separados dicen que basta la libre interpretación de la Biblia, es decir, que uno solo, por sí mismo (dicen que con la ayuda del Espíritu Santo) puede entenderla, y que no se requiere que alguna autoridad (en este caso el Magisterio o Tradición de la Iglesia Católica) nos de la interpretación correcta. Esta concepción equivocada de las cosas, es la que precisamente ha dado origen a la aparición de miles y miles de sectas, cada cual llamándose a sí mismas cristianas y arrogándose el derecho de poseer la interpretación verdadera de la Escritura. La doctrina católica sobre este punto dice que la interpretación fiel y verdadera, la da el Magisterio de la Iglesia (es decir el Papa reunido con los Obispos), basado en la Tradición Apostólica (es decir la enseñanza que se conserva fielmente en nuestra Iglesia Católica desde los orígenes del cristianismo).
Como ejemplos bíblicos de que ya entonces, en la época que se escribió el Nuevo Testamento, existía la Tradición, es decir, la transmisión de la enseñanza religiosa de forma exclusivamente oral, tenemos los siguientes:
Mt 2.23 Así había de cumplirse lo que dijeron los profetas: lo llamarán nazareno.
Jud 14-15 El patriarca Enoc, el séptimo después de Adán dijo: ‘El Señor viene con miles de ángeles para juzgar a todos’.
1 Cor 5.9 En mi carta (falta una carta a los Corintios) les decía que no tuvieran trato con la gente de mala conducta.
Col 4.16 Después de que sea leída esta carta entre ustedes, procuren que sea leída también en la Iglesia de Laodicea, y consigan, por su parte, la que ellos recibieron, para leerla ustedes.
Fil 3.1 A mí no me cansa escribirles otra vez las mismas cosas, y para ustedes es más seguro.
Vemos en el primer caso que Mateo habla de la enseñanza de los profetas de que Jesús sería llamado “nazareno”, pero como podemos comprobar, esto sólo se conservó gracias a la Tradición, porque no existe ningún libro de la Escritura que anteriormente al Evangelio, mencione que Jesús sería llamado así. En el segundo caso, Judas en su carta cita el libro de Enoc, que no es un libro canónico; es decir, no se encuentra dentro del canon de los libros de la Biblia, pese a lo cual Judas lo toma de referencia al escribir. En el tercer ejemplo, vemos que Pablo en su primera carta a los corintios les habla de una carta anterior a ésta, que no se ha conservado, o en todo caso, no se ha encontrado aún. Esto nos dice que no toda la enseñanza de los apóstoles ha llegado hasta nuestros días de manera escrita, pero sin embargo, se ha guardado fielmente en la Tradición Apostólica, que celosamente preserva la Iglesia Católica. En la carta a los Colosenses, descubrimos que existía también una carta de Pablo a los de la Iglesia de Laodicea, que no ha llegado hasta nuestros días. Esto demuestra una vez más nuestra posición de que no todos los escritos sagrados se han podido conservar. Por último, la cita de la carta a los Filipenses, nos dice que Pablo ya les había escrito con anterioridad a los de esta Iglesia, sobre el tema que a continuación describe (Fil 3.2ss). Pero, vemos que no existe en nuestra Biblia escritos antiguos a esa congregación. Por eso insistimos, no todo lo que se escribió ha quedado registrado, pero pese a todo, esa enseñanza se encuentra preservada con total fidelidad en la Tradición de nuestra Iglesia.
En las citas que vienen a continuación, podemos notar que no todo lo que se enseñó en la Iglesia desde el principio se escribió, sino que gran parte de la enseñanza se hizo de forma oral, con el ejemplo de vida. Todas esas enseñanzas que no están escritas en la Biblia son las que constituyen la Tradición de la Iglesia, y que no hay que confundir con costumbres o hábitos, que pueden variar de acuerdo a las épocas históricas.
Jn 21.25 Jesús hizo también otras muchas cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros.
2 Tes 2.15 Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y guarden fielmente las tradiciones que les enseñamos de palabra o por carta.
2 Tim 3.10 Tú, en cambio, has seguido de cerca mi enseñanza, mi modo de vida, mis proyectos, mi fe.
2 Jn 12 Tendría muchas más cosas que escribirles, pero prefiero no hacerlo por escrito … Espero ir a verlos y hablarles personalmente.
3 Jn 13 -14 Tendría muchas cosas más que decirte, pero no quiero hacerlo por escrito, … Espero verte pronto y hablaremos cara a cara.
Fil 4.9 Pongan en práctica todo lo que han aprendido, recibido y oído de mí, todo lo que me han visto hacer.
1 Cor 11.34 Lo demás ya lo dispondré cuando vaya.
2 Tim 4.13 Cuando vengas, tráeme la capa que dejé en Tróade, en casa de Carpo, y también los libros, sobre todo los pergaminos.
Por otra parte, encontramos también pasajes bíblicos que nos hacen notar que no basta la interpretación personal para entender correctamente la Palabra de Dios, sino que se requiere de una autoridad competente (en este caso el Magisterio de la Iglesia Católica), para comprender fielmente el sentido pleno de la Sagrada Escritura. Lo contrario, es la causa de la aparición de nuevas sectas cada día, cada una más apartada de la verdad.
Hch 8.31 El etíope contestó: ‘¿Cómo lo voy a entender si no tengo quien me explique?’.
Rom 6.19 Ven que uso figuras muy humanas, pues tal vez les cueste entender.
2 P 1.20 Sépanlo bien: ninguna profecía de la Escritura puede ser interpretada por cuenta propia.
2 P 3.16 Hay en ellas (cartas de Pablo) algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes y poco firmes en la fe interpretan torcidamente.
2 Cor 4.3 Si a pesar de eso permanece oscuro el Evangelio que proclamamos, la oscuridad es para los que se pierden.
Por último, la Iglesia Católica, que es la que persiste desde el principio, fundada por Cristo sobre Pedro, ha sido llamada a ser celosa guardiana del depósito de la fe, de la sana enseñanza y con la responsabilidad de dar la interpretación correcta de la Sagrada Escritura. La Tradición Apostólica se ha transmitido y se sigue transmitiendo al Papa y los Obispos, sucesores de los apóstoles. La Iglesia Católica es la única garantía, con la ayuda del Espíritu Santo, de que el mensaje evangélico ha de permanecer inalterado hasta el fin de los siglos.
1 Tes 4.2 Conocen las tradiciones que les entregamos con la autoridad del Señor Jesús.
1 Tim 5.22 No impongas a nadie las manos a la ligera, pues te harías cómplice de los pecados de otro.
1 Tim 6.3 Si alguno enseña en otra forma y no se atiene a las palabras auténticas, que son las de Cristo Jesús, y a la enseñanza que honra a Dios.
2 Tim 2.2 Cuanto has aprendido de mí, confíalo a personas que merezcan confianza y que puedan instruir después a otros.
2 Tim 1.13 Toma como norma la sana doctrina que has oído de mí sobre la fe y el amor según Cristo Jesús. Conserva el precioso depósito.
2 Tim 1.14 Conserva el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
2 Tim 3.14 Tú, en cambio, quédate con lo que has aprendido y de lo que estás seguro, sabiendo de quiénes lo recibiste.
1 Jn 2.24 Permanezca en Uds. lo que oyeron desde el principio; si permanece en Uds. … permanecerán en el Hijo y en el Padre.
Para demostrar, una vez más, que no sólo basta con predicar la Palabra de Dios por cuenta propia, sino haciéndolo de acuerdo al Magisterio de la Iglesia (en comunión con lo que enseña el Papa y los Obispos), veamos el libro de los Hechos de los Apóstoles, en el cual encontramos que Apolos, pese a hablar en forma acertada con respecto a Jesús (Hch 18.25), fue llamado por los apóstoles para que estos le explicaran claramente como debía de ser su predicación:
Hch 18.26 (Apolos) hablaba, pues, con mucha convicción en la sinagoga. Al oírlo Aquila y Priscila, lo llevaron consigo y le expusieron con mayor precisión el camino.
Recordemos, para terminar, que durante los primeros años de la predicación de los apóstoles, la enseñanza de la doctrina cristiana se hacía única y exclusivamente de manera oral, es decir, por la Tradición Apostólica, pues hasta entonces no se habían escrito ni los evangelios ni las cartas apostólicas. Sólo posteriormente se fueron redactando los libros que conforman el Nuevo Testamento. Cabe mencionar; además, que quién determinó qué libros pertenecían y cuáles no al canon bíblico (o sea la relación oficial de los libros de la Escritura) fue la Iglesia Católica, a fines del siglo IV y precisamente este Canon Bíblico, establecido por la Iglesia Católica a la cual tanto condenan, es la que aceptan nuestros hermanos separados. Talvez no se percatan de ello, pero al aceptar como válidos los libros de la Biblia, están aceptando la Tradición de la Iglesia, que fue quien la determinó.
Ad mayorem Dei gloria
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