domingo, 9 de diciembre de 2012

EL ALMA ES INMORTAL



Dr. Jorge Arturo Rodríguez Reyna




Los Testigos de Jehová dicen que la vida corporal que poseemos es lo mismo que el alma, por lo cual al morir, nuestro ser desaparece y solamente queda en la memoria de Dios, hasta el día de la resurrección, cuando El nos vuelva a la vida. Pero eso se contradice completamente con lo que nos enseña la Biblia sobre el particular. Nosotros creemos que una parte nuestra: alma o espíritu, llamémosla como mejor nos parezca, es inmortal y perdura a nuestra muerte física. Veamos los pasajes bíblicos que fundamentan la doctrina católica sobre este punto:


Gn 5.24 Enoc anduvo con Dios hasta que Dios se lo llevó: sencillamente desapareció. (Sir 49.14)

1 Sm 28.15 Samuel le dijo: ¿Por qué has molestado mi descanso?

2 Re 2.11 Y Elías subió al cielo en un remolino.




Mal 3.23 Les voy a enviar al profeta Elías antes que llegue el día de Yavé.

Sab 3.1-3 Las almas de los justos están en las manos de Dios y ningún tormento podrá alcanzarlos. En realidad, entraron en la paz.

Ecl 12.7 El polvo vuelve a la tierra de donde vino, y el espíritu sube a Dios que lo dio.

Sir 48.10 Esta escrito que volverás (Elías) un día para apaciguar la cólera.

Mt 10.28 ‘No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma’.

Mc 9.4; Y se les aparecieron Moisés y Elías que hablaban con Jesús. (Lc 9.30; Mt 17.3)



Lc 16.25 ‘Ahora él encuentra aquí consuelo y tú, en cambio, tormentos’.

Lc 20.38 ‘El no es Dios de muertos, sino de vivos, y todos viven por El’.

Lc 23.43 ‘Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso’.



Jn 8.56 ‘En cuanto a Abraham, se alegró pensando ver mi día. Lo vio y se regocijó’.

1 Cor 15.6 Después se dejó ver por más de quinientos hermanos juntos, algunos de los cuales ya han entrado en el descanso.

2 Cor 5.28 Por eso nos viene incluso el deseo de salir de salir de este cuerpo para ir a vivir con el Señor.

2 Cor 12.2-4 Sé de un cierto creyente … que fue arrebatado al paraíso.

Filip 1.23 Por una parte siento gran deseo de largarme y estar con Cristo, lo que sería sin duda mucho mejor.

1 Tes 5,23 Que se digne guardarlos sin reproche en su espíritu, su alma y su cuerpo hasta la venida de Cristo Jesús.

Heb 11.5 Enoc fue trasladado al cielo en vez de morir … Dios se lo había llevado.



Heb 12.23 A Dios, juez universal, al que rodean los espíritus de los justos que ya alcanzaron su perfección.

1 P 3.19-20 Entonces (Jesús) fue a predicar a los espíritus encarcelados; me refiero a esas personas que se negaron a creer en tiempo de Noé.

1 P 4.6 El evangelio ha sido anunciado a muchos que han muerto; … , a través del Espíritu viven para Dios.

Ap 6.9-10 Divisé debajo del altar las almas de los que fueron degollados a causa de la palabra de Dios …Se pusieron a gritar con voz muy fuerte.

Ap 11.12 Entonces una voz poderosa les gritó desde el cielo: ‘Suban’. Y subieron al cielo en medio de la nube a la vista de sus enemigos.

Ap 14.3 Y nadie podía aprender aquel canto, a excepción de los ciento cuarenta y cuatro mil que han sido rescatados de la tierra.




Enoc como Elías fueron llevados al cielo por Dios: no murieron. Veamos también en la cita de la transfiguración de Jesús, tanto Moisés como Elías, conversan con el Señor; es decir, los dos estaban vivos. Jesús también dice que Abraham vio su día: esto sólo es posible si aceptamos que estaba vivo ya en la gloria de Dios. Pablo nos dice en dos oportunidades que para él sería mejor ir ya a encontrarse con Cristo – porque sabe que tras su muerte iría directamente a encontrarse con Jesús –. Pedro nos escribe en sus cartas que Jesús predicó el evangelio a personas que ya estaban muertas, a los espíritus encarcelados. Esto sólo se explica si dichos espíritus estaban vivos, condición necesaria para que pudieran recibir el mensaje. En el libro del Apocalipsis leemos que debajo del altar se encontraban las almas de los mártires y que éstas gritaban con voz fuerte: todo por una sencilla razón, las almas de los justos están vivas, como nos lo dicen también los otros textos bíblicos que se han citado. Más claras son las palabras de Jesús al ladrón: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, texto que los Testigos de Jehová han traducido erróneamente para argumentar su posición, pero la Biblia es muy clara: “Hoy mismo”, el mismo día, en unos momentos más.

     
Ad mayorem Dei gloria

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